martes, 26 de mayo de 2020

URBAN FANTASY: SLENDER MAN

Bob se despertó. Estaba tendido en la tierra. Se incorporó de inmediato. No estaba en casa. Aquella no era su habitación... ¿dónde estaba? Bob se asustó. No debería asustarse, se dijo. Ya era todo un hombre, tenía doce años. Pero tenía los nervios a flor de piel. Al serenarse un poco, se percató de que estaba en medio de un bosque. Debía ser madrugada, porque la oscuridad aún envolvía el entorno. Al caminar un poco, pisó algo. Al mirar hacia abajo, aparte de ver su pijama sucio, en el suelo  vislumbró una nota. La agarró y leyó:

 

Que empiece el juego. Tres notas has de encontrar, si vivir quieres.

 

¿Tres notas?  Pensó Bob. No lo entendía. Se rascó su negra cabellera y luego se volvió. Había escuchado algo...  Arrugó la nota y la guardó en el bolsillo. Corrió entonces. ¿Dónde estarían el resto de notas? No lo sabía y tampoco le importaba. Solo quería escapar de ahí.

 

Esto tiene que ser una pesadilla pensó. Deseaba que así fuera. Tuvo que parar a orinar. Contrario de lo que pensaba, pudo hacerlo bien. Y justo donde acababa de hacer sus necesidades, encontró otra nota. Estaba manchada, pero igual le valió:

 

Enhorabuena, has encontrado una nota. Ve por la siguiente.

 

Guardó su nota. ¿Era la primera o la segunda? Bob ni siquiera entendía porqué hacía lo que hacía. Notó entonces una presencia extraña y al mirar detrás, lo vio. Era un hombre... o lo parecía. Iba ataviado con un traje negro. No tenía rostro y sus brazos se estiraron hacia él. Más de lo que un humano podía estirar sus brazos. El hombre en cuestión se hallaba al menos a diez metros de él y sin embargo sus brazos casi lo rozaron cuando Bob huyó despavorido. Corrió y corrió por el bosque hasta localizar una cabaña. Sin pensar, se metió adentro y cerró la puerta. El interior estaba oscuro, pero a Bob le dio igual. Solo deseaba huir de esa “cosa” que lo perseguía. Ahora tenía más que claro que debía ser una pesadilla. Una pesadilla muy real... Su instinto de supervivencia actuaba a pesar de que Bob trataba de convencerse de que nada de eso era real. La luz de la luna entraba por las ventanas. Aquello permitió a Bob adaptar su visión a la oscuridad y ver un poco el lugar. Había un catre a la izquierda, una estantería en frente de la puerta y una mesa de madera en el centro de la estancia. Y sobre la mesa había otra nota.

 

¿Me ha conducido aposta hacia aquí?

 

Al coger la nota, esta rezaba:

 

¿Sobrevivirás al final del juego...?

 

Bob estaba cada vez más aterrado. Las lágrimas brotaron de sus ojos sin que lo pudiera evitar.

 

    Mami... — sollozó.

 

Cuando se serenó, buscó en la estantería la última nota. Estaba decidido. Debía salir de ahí. No sabía quién ni porqué lo secuestraron, pero tampoco le importaba. Solo quería volver con sus padres. En las estanterías no obtuvo nada. De repente, la puerta empezó a crujir. Bob de inmediato se metió bajo la cama. Alguien estaba dando fuertes golpes a la puerta. Esta estalló en miles de astillas. Y tras ella estaba el hombre misterioso.

 Bob tenía el corazón en un puño. Latía tan fuerte que temía que aquel hombre pudiera escuchar sus latidos. El hombre entró en la estancia y la recorrió con la mirada. Luego se marchó. Bob respiró tranquilo. Salió de la cama y se dispuso a salir de la cabaña. Debía escapar... pero ¿adónde? Solo veía árboles y más árboles. En cuanto salió de la cabaña, el hombre se puso delante de él. Gritando, Bob corrió mientras esquivaba como podía los largos (y aparentemente infinitos) brazos de aquel hombre. Si es que le podía llamar hombre...

Sus brazos dejaron de tratar atraparlo. Bob pensó que quizás ya no podía alcanzarlo más, o que tal vez se había rendido. Miró hacia atrás y no lo vio. Al mirar adelante, allí estaba él. Bob frenó en seco. ¿Cómo... había llegado tan rápido? Atemorizado, Bob trató de huir cuando de repente esos dos brazos se estiraron más rápido de lo que Bob hubiese deseado y lo atrapó en un abrazo mortal. De donde tendría que haber tenido boca, salió un aliento gélido. Bob chilló mientras una nueva nota caía del bolsillo del hombre:

 

Game Over.


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