Luna tenía doce años cuando le sucedió un evento terrible. Un evento que la hizo ser internada en un psiquiátrico.
Todo empezó y terminó el mismo día. Una tarde calurosa de verano.
Luna estaba en casa de una amiga suya, la cual se llamaba Sol. Ella tenía el cabello moreno y ojos verdes, mientras que Luna era una niña de cabello rubios y ojos marrones. Ambas, junto a dos amigas más, llamadas Carmen y Paula, habían quedado para recibir el amigo invisible.
Todas entregaron un regalo a cada una. Carmen recibió una pulsera, Paula un libro de cuentos y Sol recibió un colgante en forma de sol, pues hacía juego con su nombre. Pero Luna recibió tan solo una cajita rosa con un pin en forma de luna dentro. Sin embargo, como Luna no quería ser descortés, lo agradeció, aunque se notaba que no le había gustado mucho.
Aun así, cuando ella volvió a casa, lo guardó en un cajón, donde seguramente, quedaría olvidado.
Eran las ocho de la tarde y pronto cenarían. Luna escribía tranquilamente en su diario, mientras estaba tumbada en la cama cuan larga era. Llevaba por toda ropa un pijama color negro, que consistía en una camiseta lisa y pantalón corto. Terminó de escribir en el diario, lo cerró y lo guardó en la mesita de noche.
— ¡Luna, a cenar! — dijo su madre.
— ¡Ya voy! — exclamó Luna.
No tenía mucha hambre, pero igual tocaba cenar, así que saltó de la cama y, descalza, bajó a la cocina.
Allí se detuvo, petrificada. Porque delante de ella, en el suelo, tras un gran charco de sangre, estaban los cuerpos inertes de sus padres. Su padre, un hombre calvo, vestido con pantalón vaquero y camiseta blanca, ahora empapada de rojo. Y su madre, una mujer joven, de cabello rubio y vestida con pantalón corto y camiseta azul. Ambos tenían unos treinta y cinco años cuando estaban vivos. Pero ya no. Ahora, sus cuerpos estaban inertes en el suelo.
— ¿Qué ha pasado?
No entendía que había sucedido. Hacía nada, su mamá la había llamado. Estaba viva. ¿Qué ocurría? Asustada, decidió llamar a una ambulancia, pero cuando iba a llamar, notó un escalofrío por la espalda. Alguien susurró su nombre. Una voz helada, siniestra.
Se giró sobre sí misma y se encontró con un ser que le heló el alma a Luna. El ser tenía apariencia fantasmagórica, sus dedos parecían garras, no tenía cabello y sus ojos eran dos cuencas vacías. No llevaba ropa, aunque no parecía tener órgano reproductor tampoco. Luna tembló, incapaz de moverse. El ser habló y dijo:
— Luna.
Oír su nombre nunca la había asustado tanto, pero encontró el valor para decir:
— ¿Por qué has matado a mis papás?
— Porque no te cuidan lo suficiente — susurró la criatura y añadió —: mereces más. Tranquila. No te haré ningún daño. Sé que no te gustó tu regalo. Un regalo debe ser algo especial. Haré justicia.
Entonces, Luna reconoció a la figura. Mejor dicho, reconoció su voz. Se trataba de Estrella, la que en su día fue su amiga invisible. Pero eso era imposible. Los amigos invisibles eran eso, inexistentes.
¿Cómo es que existe?
— Estrella, por favor, no — gimió ella, pero ya se había marchado.
Estrella se había ido hacía ya cinco años y nunca regresó. Nunca le dio una explicación. Simplemente, ella sintió que debía madurar y librarse de las fantasías. Y fue entonces cuando no la volvió a ver.
Hasta una noche.
La noche que deseó volver a ser más niña, donde las cosas eran más fáciles. La noche en que escribió que le gustaría volver a ver a Estrella.
Luna tembló. Sabía a dónde se dirigía. Llamó a la ambulancia y, acto seguido marchó corriendo en dirección a la casa de Sol, donde sus otras amigas aún estaban (ella había regresado, porque a su madre no le hacía gracia dejarla en casa de otras personas, era muy sobreprotectora).
Pero cuando llegó a la casa era ya tarde. Encontró los cuerpos de sus amigas en el suelo, inertes, y los de los padres de Sol también. En la frente de Sol había escrito con sangre la palabra:
EVIL
Por supuesto, nadie creyó en la versión de Luna, a quien enviaron a un psiquiátrico de por vida y culparon de la masacre que tuvo lugar en el barrio aquella noche. Algunos dicen que Luna realmente se volvió loca. Lloraba y gritaba a alguien invisible llamado Estrella. Otros dicen que logró escapar del psiquiátrico y otros, que murió de estrés.
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